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Los caminos de Roma

  • Foto del escritor: Ana Reyes
    Ana Reyes
  • 31 oct 2014
  • 2 Min. de lectura

No creo que todos los caminos lleven a Roma. No creo ni tan solo que existan caminos que se puedan conocer, porque hay demasiados, en todas partes y a todas horas. Hay caminos de piedra, de grava, de tierra, de cemento e incluso de agua. Me gustaría recorrer todos los caminos que hay en el mundo, ¿y a quién no? Pero pensemos un segundo; si pudiéramos recorrer el máximo de caminos posibles, no podríamos terminar ninguno de ellos porque no tendríamos el suficiente tiempo. Aunque no todos los caminos lleven a Roma, es lógico que más de uno lleva a esta ciudad, pero si escoges llegar a la magnífica ciudad italiana, no podrás ir a Nueva York en el mismo período de tiempo. Algo parecido pasa con las personas. Muchas de ellas son ambiciosas y pretenden que su camino sea un sendero lleno de rosas y hierba verde, pretenden gustar a todo el que camine un trozo para que llegue hasta el final. Pero, dejad que os diga una cosa, hay caminos preciosos que no nos gustan tanto como los más recónditos y misteriosos. Por esta misma razón es imposible hacer un camino a gusto de todo el mundo ya que, como dice el dicho, nunca llueve a gusto de todos.

Entonces, la gracia de los caminos es recorrer aquellos que, aunque quizás no nos guste su apariencia, nos guste caminarlo. Tal vez no podamos recorrer los caminos de todas las personas; de algunas solo veremos el principio al conocerlas, de otras quizás llegaríamos a un acantilado y otros caminos puede que sean calles sin salida o… si escogemos el camino correcto, puede que disfrutemos del viaje tanto como del destino. Y es que, como muchas otras cosas en la vida, ponemos la cantidad por encima de la cualidad, ocasionando un grave error de jerarquía.

Porque, pensándolo bien, no todos los caminos llevan a Roma, pero hay caminos que nos llevan a un lugar mejor si es del de la persona adecuada. ¿Cómo saber si lo es? El truco está en saber si los pasos que das hoy, son los que no miraras mañana porque lo que te espera delante es mayor que lo que has dejado detrás. Si eres capaz de encontrar la persona que te de esa sensación al caminar, no dudes en hacer el camino lento, disfrutando de cada piedra aunque te haga tropezar.

Así, quizás, y tan solo quizás, recorras un camino que sea capaz de llevarte a Roma y a todos los lugares del mundo, simplemente, con una suave brisa.


 
 
 

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